En 2015, esos tributos en el país estuvieron, en promedio, en 16,19 %; en países de Ocde, en 21,3 %.
La tasa promedio de tributación sobre la nómina se redujo de 3,6 en el 2010 a 2,7 por ciento en el 2016.
La tasas impositivas en el país no son las más altas a nivel mundial, pero factores como la inequidad y la dispersión de normas les dificulta a dueños del capital y a consumidores elevar sus niveles de inversión y reducir la informalidad.
Esta es una de las conclusiones que se desprende del estudio ‘Cuánto tributan efectivamente el consumo, el trabajo y el capital en Colombia’, que realizaron los economistas del Banco de la República Martha Delgado Rojas y Hernán Rincón Castro.
Por ejemplo, no reflejan fielmente la carga de impuestos sobre consumidores, trabajadores y propietarios del capital.
Es así como durante el periodo de estudio (1994-2016), las tasas efectivas promedio netas sobre el consumo, el trabajo y el capital fueron, respectivamente, de 10,7, 18,6 y 15,4 por ciento.
Entre tanto, para el 2016, alcanzaron, en su orden, niveles de 11,2, 20,8 y 21,4 por ciento.
Además, el estudio señala que la tasa impositiva sobre el trabajo se ubica por encima de aquella sobre el capital a lo largo de 22 años, excepto a partir del 2015.
Sin embargo, estas últimas son relativamente bajas, comparadas con las de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), club de buenas prácticas en el que a Colombia le falta la aprobación de dos comités para ser admitido.
“Si estas tasas se confrontan con las estatutarias se infiere que existen cuantiosos gastos de consumo e ingresos del trabajo y del capital en la economía (colombiana) que no pagan impuestos, o pagan menos que lo que deben”, dicen los autores.
Por ello, afirman que las razones están relacionadas con los beneficios tributarios, la elusión y la evasión.
Cabe señalar que las tasas estatutarias o nominales son las que están señaladas específicamente en las normas mientras que las efectivas miden la carga real sobre los contribuyentes, ya sean consumidores, trabajadores o propietarios del capital.
Es decir que estas últimas incluyen exclusiones, exenciones, deducciones, tratamientos especiales y descuentos, inmersos en los estatutos, y debería ser igual a la estatutaria (nominal), pero por dichos beneficios o ‘los quites’ el contribuyente paga menos al fisco.
Los resultados del estudio evidencian las grandes brechas entre los países en lo relacionado con tasas efectivas promedio brutas de tributación.
Es así como en el 2015 los tributos a los ingresos al capital de hogares y sociedades se ubicó, en promedio, en Colombia en 16,19 por ciento, en Luxemburgo en 18,1 por ciento y en Suiza en 21,5 por ciento. El nivel promedio de 32 países de la Ocde se situó en 21,3 por ciento, pero también con disparidades.
Mientras en la carga impositiva al consumo, en Colombia (candidato a entrar a la Ocde) es de 12 por ciento, en Luxemburgo es de 37,6 por ciento, en EE. UU. de 7,3 por ciento y en Suiza del 4,2 por ciento. Tras Suiza, el país con menor tasa efectiva de tributación al consumo entre 32 de ellos es México, con 5,6 por ciento.
Sin embargo, en Colombia se tributa igual que en Japón en lo que se refiere al consumo.
Por su lado, los ingresos del trabajo, también en el 2015, tributaron el 42,7 por ciento en Luxemburgo, en México el 8,5 por ciento y en Colombia el 20 por ciento.
Otro ejemplo de la heterogeneidad que generan las regulaciones es que las tasa sobre impuesto a ingresos del capital es de 21,3 por ciento en la Ocde y en Colombia está por debajo (16,1 por ciento).
No obstante, es menor en Corea del Sur (13,3 por ciento) y en México (9,7 por ciento).
Los autores dicen que se debe a diferencias institucionales, legales, económicas y políticas entre los países.
Desde el punto de vista tributario, resultan distintos porque son leyes, beneficios, tratamientos y bases gravables diferentes. Cálculo más certero
No obstante, según los autores del informe de Banco de la República, existe una forma de comparar con exactitud el nivel de cobro de impuestos y es tomando la carga tributaria total que figura en las cuentas nacionales y dividirla por el producto interno bruto (PIB).
En el caso particular de Colombia, se ubicó en el 2016 en 26,7 por ciento, por debajo del nivel de la Ocde, que fue del 34,5 por ciento.
Empero resultó casi igual a Suiza, uno de los países más ricos del mundo, donde registró 27,8 por ciento y fue ligeramente superior al de EE. UU. (26 por ciento).
Incluso en Chile, México, Corea del Sur y Turquía las tasas fueron el año antepasado, respectivamente, de 20,4, 17,2, 26,3 y 25,5 %, y por tanto inferiores a la nuestra.
Adicionalmente, en Colombia la carga impositiva total llegó a representar en el 2000 el 21,4 por ciento del PIB y creció 5,3 puntos porcentuales en 16 años.
Igualmente, los autores sostienen que las contribuciones sobre la nómina aún representan una carga adicional importante sobre el trabajo.
Por ejemplo, las contribuciones destinadas a las cajas de compensación familiar, sobre el total, pasaron de representar 45 por ciento en el 2012 al 66 por ciento en el 2016.
“Como ha concluido la literatura colombiana sobre el mercado laboral, las contribuciones sobre la nómina encarecen el factor trabajo, desincentivan su uso y promueven el empleo cuenta propia y la informalidad”, agregan.
Las contribuciones sobre la nómina encarecen el factor trabajo, desincentivan su uso y promueven el empleo cuenta propia y la informalidad
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No obstante reconocen que la tasa promedio de tributación sobre la nómina se redujo de 3,6 en el 2010 a 2,7 por ciento en el 2016.
Por ello, piden a las autoridades ser cuidadosas a la hora de tomar decisiones de política tributaria basadas en las tasas nominales.
“Deben considerar la eliminación de los beneficios tributarios que no tengan soporte técnico. Las razones van desde la eficiencia, pasando por la eficacia, simplicidad, productividad, hasta la equidad esperada de un sistema tributario óptimo”, dicen.
Además piden fortalecer los instrumentos para evitar la elusión y eliminar la evasión, pues así las tasas nominales reflejarán ciertamente la carga tributaria sobre el consumo, el trabajo y el capital.
Igualmente consideran que existe un gran espacio para aumentar la recaudación, sin que se supongan cambios de las reglamentaciones.
“Por último, pero no por ello menos importante, si se eliminaran las contribuciones sobre la nómina, la carga tributaria sobre los ingresos del trabajo se reduciría 13 por ciento”, aseveran los autores.
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