El equipo humano es uno de los activos más valiosos en las organizaciones y se cataloga como dinamizador.
Las exigencias comerciales y de competencias del mundo actual piden que las
organizaciones y sus miembros miren de forma seria y objetiva el valor que dan a
los aspectos complementarios y que se alejan de los meramente económicos.
Aquellos que se inclinan por potencializar características positivas, en
planos como el ambiental, de calidad y de seguridad, o de salud ocupacional,
dinámicas de producción y desarrollo humano, que demandan el diseño de
estrategias colectivas, en las que estas dinámicas cobren la importancia que
tienen.
Además, esos ajustes en los procesos, para ser cada vez mejores, minimizan
los impactos ambientales, registrando estándares potenciales de servicio,
eficiencia y calidad.
EL FACTOR HUMANO
Definitivamente, sigue siendo la fuerza operativa, la más susceptible de
recibir cambios organizacionales efectivos, puesto que ellos sustentan, en toda
la pirámide de acciones, el engranaje de las compañías y, por ende, su
crecimiento y buen desempeño en el escalafón empresarial.
Ahora bien, esos líderes de vanguardia deben ser estrategas mundiales,
innovadores y maestros en el tema tecnológico y digital, viendo en estos
recursos oportunidades mayúsculas de dimensionar sus negocios.
Pero más allá de ello, esas cualidades de líder deben ser susceptibles de ser
heredadas y reproducidas generando en su capital humano confianza en sí mismos y
motivación de aprendizaje, símbolos que los empujen a alcanzar metas y a
emprender nuevos retos en la comunidad empresarial, pero también los planos
personal y profesional.
Otro gran aporte de un líder exitoso es que él asume la responsabilidad de
garantizar que cada individuo dentro de su área se destaque y que el equipo
alcance los resultados deseados, por lo que se requieren guías con talento,
habilidad y gestión.
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