domingo, 21 de abril de 2013

El efecto dominó

carátula 418. .

La liquidación de Torres Cortés S.A., comisionista en la Bolsa Mercantil de Colombia, pone en evidencia los nexos entre esta última y los protagonistas del derrumbe de InterBolsa. El escándalo apenas comienza.



El desplome de la firma Torres Cortés S.A., decana de las comisionistas de la Bolsa Mercantil de Colombia (BMC), pasó prácticamente desapercibido. Tan solo unas pocas reseñas periodísticas registraron la decisión que la Superintendencia Financiera tomó el pasado 13 de febrero de intervenirla e iniciar su liquidación. Tendidos en el terreno quedaron más de trescientos clientes, quienes a partir de ese día iniciaron una larga batalla por recuperar al menos parte de los $50.000 millones invertidos allí.

La liquidación de Torres Cortés no es un tema menor. Esta es una ficha más que cae en el dominó creado por los comisionistas bursátiles que gestaron la debacle de InterBolsa. De hecho, si bien su tamaño no es comparable a los de InterBolsa, Proyectar o Factor Group, existen notorios lazos entre los protagonistas de estas historias. El colapso de Torres Cortés S.A. no es un hecho aislado y vuelve a poner el foco de la atención en las luchas por el control de la Bolsa Mercantil de Colombia (la antigua Bolsa Nacional Agropecuaria).

Leonel José Torres Jaramillo, representante legal de la firma, fue socio y miembro de la cúpula de Proyectar Valores y mantiene su relación con Juan Carlos Ortiz, el encumbrado financista cuyo nombre es pieza común en los escándalos de Proyectar e InterBolsa. En equipo con Ortiz, Leonel José Torres consolidó la influencia de la comisionista, fundada hace 26 años por su padre. Leonel fue miembro de la junta directiva de la BMC hasta la asamblea del pasado 11 de marzo y seguía siendo miembro de esa junta incluso a pesar de que el expediente de la liquidación de su empresa lo identificaba como responsable del desvío de las inversiones de sus clientes.

Las conexiones con los actores del festín InterBolsa no terminan allí. Los Torres son también socios de Solución Kapital, compañía dedicada al negocio de las libranzas, que fue instrumental en el desvío de recursos de propiedad de los clientes de Torres Cortés S.A. Solución Kapital pertenece a Porthos, empresa controlada por Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y el empresario Víctor Maldonado. Todos estos nombres son ampliamente conocidos por sus relaciones con los escándalos de Proyectar, InterBolsa y el Fondo Premium de Curazao.

Ejecutivos de firmas vinculadas a la Bolsa Mercantil afirman que Torres Jaramillo fue uno de los alfiles que le abrieron el espacio a Ortiz para entrar como accionista en la BMC en 2007. A su vez, fue Ortiz quien, en marzo de 2012, llevó a la junta directiva de esta entidad a tres personas vinculadas a sus negocios e inversiones: la exministra Noemí Sanín; el expresidente de Valorem, Carlos Carreño; y el exviceministro de Justicia y socio de Ortiz en Datexco, Miguel Ceballos.
Si bien los tres fueron elegidos como “miembros con carácter independiente” en la junta, es conocida su afinidad y su relación con Ortiz. Un financista cercano a estos negocios confirma que “esos nexos son más que casuales. Carreño y Ceballos, al lado de Javier Aguirre, han actuado como ‘amigables componedores’ enviados por directivos de Proyectar y de InterBolsa cuando los colapsos de estas afectaron relaciones de negocios y pusieron fin a amistades que alguna vez fueron entrañables”.

Las operaciones que empujaron a la liquidación a Torres Cortés S.A. son réplicas de maniobras como las que malograron a Proyectar y a InterBolsa: captación de recursos del público que luego eran utilizados en negocios distintos a los ofrecidos por los mandantes, empleo del dinero como lubricante de la maquinaria de negocios personales de los socios y utilización de repos como táctica para mejorar posiciones en la bolsa.

Paradójicamente, fue un incumplimiento en una operación con repos a la firma Acciones de Colombia lo que hizo que el 13 de junio de 2012 la Superintendencia Financiera fijara sus ojos en la comisionista Torres Cortés S.A. Esta empresa, Acciones de Colombia, que pertenecía al empresario Ernesto Serrano y a su familia, fue adquirida a la postre por siete comisionistas de InterBolsa, encabezados por Jorge Gutiérrez.

El pasado es el presente
La caída de Torres Cortés S.A. ocurrió en un muy mal momento para la Bolsa Mercantil, justo cuando buscaba ordenar la casa tras verse tocada por el escándalo InterBolsa. Para los conocedores del mercado, la liquidación de Torres Cortés les recordó a todos que buena parte de los actores en el escándalo seguían activos y eran cercanos a la operación bursátil.

La asamblea de la BMC del 21 de marzo pasado buscó traer un nuevo aire. Por una parte, la administración hizo énfasis en el hecho de que la BMC arrojó utilidades netas por más de $2.400 millones en el año 2012, luego de 25 meses consecutivos de pérdidas.

Por otra parte, hubo un cambio significativo en la junta directiva. Noemí Sanín, Miguel Ceballos, Carlos Carreño y Juan Pablo Jaimes (abogado de Ortiz y de InterBolsa) se fueron de la junta para dar paso a los liquidadores y a las cuotas del Gobierno. Sus escaños fueron ocupados por Ignacio Arguello (el liquidador), Martha Cilia Nieto (liquidadora de Torres Cortés S.A.), Edna Verónica Larrota (integrante del equipo liquidador de Proyectar) y por representantes de los intereses del Ministerio de Agricultura, como Rafael Mejía López, Rodrigo Puyo y Horacio Jaramillo Bernal.

Sin embargo, no es tan fácil liberarse del pasado. Alessandro Corridori y John Jairo Herreño, protagonistas de las movidas bursátiles con la acción de Fabricato que contribuyeron al descalabro de InterBolsa, buscaban el pasado 21 de marzo asistir a la asamblea de la BMC para defender los fueros de su firma Invertácticas, pese a que está intervenida y que ahora es representada por el liquidador Holman Enrique Ortiz González.

InterBolsa, aunque está intervenida y en liquidación, es hoy todavía el principal accionista de la BMC, con 19,72%. Y la propia sede de la bolsa está hipotecada al grupo Colpatria por cuenta de una deuda cercana a $30.000 millones contraída por el ganadero Luis José Botero, el mismo hombre cuyos negocios con David Wigoda agrietaron las bases de Factor Group y contribuyeron a su desmoronamiento.

Lo cierto es que a la BMC le costará trabajo dejar atrás por completo la influencia de Juan Carlos Ortiz, Tomás Jaramillo y los demás actores de este drama. De hecho, un importante aliado de Ortiz, Jesús Villamizar, sigue siendo uno de los más poderosos actores dentro de la Bolsa y su Cámara de Compensación. El presidente de esta última entidad, Jorge Amaya, es conocido por ser cuota suya.

La entrada de Ortiz a la BMC ocurrió en 2007, cuando se produjo la capitalización de la bolsa a partir de inversionistas privados, gestada por el entonces ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias. La operación buscaba reunir $20.000 millones y fue planteada como una emisión preferencial para los accionistas del sector. Sin embargo, exdirectivos de la Bolsa coinciden en otra versión de la historia: Ortiz y sus amigos de la época, Carlos Adolfo ‘Talo’ Mejía y Helbert Otero, entre otros, aprovecharon la ocasión para quedarse con un porcentaje importante de la compañía. Previamente, Ortiz había comprado, a través de Proyectar, 40 acciones de Torres Cortés que le resultaron suficientes para sacar partido de la emisión.

“Esa vez –cuenta un exdirectivo de la BMC– pasaron cosas extrañas: las líneas habilitadas para recibir ofertas fueron bloqueadas y la concentración accionaria fue casi una operación de facto”. Luego vino una segunda emisión por el mismo monto, en la que InterBolsa y Proyectar Valores se quedaron, cada cual, con 10% de la BMC. Un abogado que conoció de cerca las operaciones recuerda que hubo un momento en que Proyectar Latinoamérica, unidad que hacía parte de la ‘holding’ empresarial de Ortiz, incluyó en sus documentos oficiales a la bolsa como parte de su grupo.

Helbert Otero, financista que fue socio de Ortiz y con quien luego tuvo hondas desavenencias, dice que eso no es cierto y afirma que la segunda emisión fue resultado de una reacción de minoritarios que se sintieron injustamente excluidos. “La segunda emisión no resultó lo que se esperaba, ya que de los $20.000 millones, los minoritarios solo aportaron $1.500 millones”, afirma Otero. “En esas condiciones, no había nada de malo en que los mayoritarios aprovecharan para fortalecer sus posiciones”, añade.

En aquella coyuntura el entonces ministro Arias sacó de la presidencia de la BNA a Andrés Uribe, quien lo venía advirtiendo de los riesgos que corría. Arias le cuestionó al directivo sus nexos de familiaridad con Alejandro Iannini, presidente de Opciones Bursátiles y socio de la bolsa y con Eduardo Vanderbeck, cabeza de Correval, entidad que estructuró el proceso de emisión.

Manipulación
Los marcados movimientos de precios de la acción de la BMC en 2011 han sido documentados y son conocidos por la opinión pública. Lo que no se conocía era la vinculación entre estos movimientos de precios y la pugna entre Juan Carlos Ortiz y Helbert Otero por el control de la BMC.

Como lo señaló el director de supervisión del Autorregulador del Mercado de Valores, Arnulfo Vanegas Montenegro, en un informe fechado en febrero de 2012, un conjunto de inversionistas compraron y vendieron acciones de la BMC a lo largo de 2011 con el aparente propósito de mantener niveles mínimos de liquidez de la acción, lo que permitió que este papel fuera considerado como líquido por la Bolsa de Valores de Colombia. Así, era posible realizar operaciones repo a partir de estas acciones.

Lo anterior es indicio claro de acuerdos para realizar operaciones convenidas entre actores del mercado bursátil, en contravención a lo dispuesto por el Decreto 1802 de 2007. ¿Quiénes eran estos actores? El informe identificó un grupo de empresas que no solamente se tomaban turnos para realizar transacciones mínimas encaminadas a mantener la liquidez de la acción de la BMC, sino que, por otro lado, realizaban grandes compras de estos papeles utilizando altos niveles de apalancamiento.

Al revisar la lista de estas empresas aparecen los nombres que han sido repetidamente mencionados en relación con el escándalo InterBolsa: Helados Modernos de Colombia (Víctor Maldonado), Las Tres Palmas (Víctor Maldonado), Invertácticas (Alessandro Corridori), Valores Incorporados (Juan Carlos Ortiz) y la propia Interbolsa (Tomás Jaramillo), entre otros. Helbert Otero, como individuo y también a través de la firma Tecfin S.A., de la cual es presidente, aparece en la misma lista.

¿Qué ocurrió? Detrás de estos movimientos se estaba dando una dura lucha por el poder entre Otero y Juan Carlos Ortiz, quienes, después de haber sido grandes amigos y socios, pasaron a enfrentarse en una guerra sin cuartel por el control de la BMC.

De acuerdo con algunos accionistas minoritarios, el distanciamiento se produjo por causa del manejo de las operaciones de emisión de los Bonos Agua y los Bonos Metrolínea. “En alguna ocasión”, asegura uno de ellos, “Ortiz admitió con desparpajo que se había ganado $12.000 millones, mientras los minoritarios recibimos apenas $500 millones y nos pagaron con acciones de la Bolsa Mercantil y de Fidupetrol”.

Amigos comunes aseguran que, tras la liquidación de Proyectar en 2011, Otero y Ortiz llegaron a un acuerdo: Otero se quedaría con la participación en la BMC, mientras Ortiz y ‘Talo’ Mejía manejarían los activos que quedaran de Proyectar. Este pacto explicaría por qué llegó un momento en el cual, mientras las posiciones de InterBolsa y Proyectar caían en la BMC, las participaciones de las compañías de Otero comenzaron a subir.

Sin embargo, el acuerdo no duró mucho. Personas que conocen de cerca a Ortiz afirman que este no quedó contento y se impuso la meta de recuperar el control de la BMC.
De acuerdo con esta versión, Ortiz aplicó dos estrategias para retomar la bolsa. La primera consistió en usar su círculo de aliados para empujar los precios de la acción a la baja, buscando obligar a accionistas pequeños a vender, para quedarse con el control.

Analistas consultados creen que en el movimiento de las acciones de la BMC hay visos de discriminación. Mientras la BMC tenía repos por $30.000 millones, sus garantías subieron de 50 a 80. Entre tanto, las de Fabricato, con repos por $300.000 millones, disminuyeron de 60 a 40. Además, el incumplimiento de un repo por $49 millones llevó la acción de la BMC de $2.380 a $532. En un solo día ocurrió algo inusual: la compañía pasó de valer $160.000 millones a $38.000 millones.

La segunda estrategia, de acuerdo con las fuentes consultadas, fue la creación de una alianza entre Ortiz y Jesús Villamizar, expresidente del Banco Ganadero, quien se ha convertido en uno de los más poderosos e influyentes actores en la BMC y también en su filial, la Cámara de Compensación, en donde cuenta con gran poder. En la junta elegida el 21 de marzo, Villamizar mantiene su influencia, pues su hijo, Sergio Enrique Villamizar Ortiz, tiene un puesto como principal. Algunos comisionistas afirman que Jorge Tarazona Sepúlveda, elegido suplente independiente, es también cuota suya.

Varios hechos confirman que en 2011 Juan Carlos Ortiz estaba tomando la ventaja en esta pelea. Los miembros de junta nombrados en 2012 hacían parte de su red de colaboradores cercanos, como Noemí Sanín (a quien Ortiz también llevó a la junta de Millonarios), Carlos Carreño (exintegrante de las juntas de InterBolsa y Millonarios), Miguel Ceballos (socio de Ortiz en Datexco) y a su abogado Juan Pablo Jaimes.

Por otra parte, cuando se suman las participaciones de los miembros de la red de amigos de Juan Carlos Ortiz en la BMC, aparece que ellos alcanzaron porcentajes que les darían control si actuaran como equipo. Si bien la Ley 964 de 2005 indica que “ninguna persona podrá ser beneficiaria real de un número de acciones que representen más del diez por ciento (10%) de las acciones en circulación de las bolsas de bienes y productos agropecuarios, agroindustriales o de otros commodities”, evidentemente este grupo buscaba ganar control a partir de la suma de participaciones individuales.

La estructura accionaria que tiene hoy la BMC indicaría que la estrategia de Ortiz estaba funcionando. La intervención y liquidación de InterBolsa, por supuesto, puso fin a la maniobra. Sin embargo, es posible apreciar el grado de avance que alcanzó la estrategia. Al presionar a la baja los precios de las acciones de la BMC, los tenedores de los repos debían aumentar las garantías, al punto que para muchos de ellos seguramente resultaba mejor incumplir la operación y ceder la propiedad de las acciones a favor de InterBolsa.

Como consecuencia de la aplicación de esta estrategia, la participación de InterBolsa en el total de acciones de la BMC llegaba en marzo 1 de este año a 19,72% del total. Si se suma a esta participación las correspondientes a otros inversionistas como Invertácticas (6,34%), Valores Incorporados (4,8%) y otros como Helados Modernos de Colombia (3,91%) y Las Tres Palmas (1,94%), se tiene que un grupo de inversionistas que estaban actuando coordinadamente llegaba a casi 37% del total.

La influencia llegó a ser tan grande que InterBolsa contrató a la banca de Inversión Nogal, de Salomón Kasim, para iniciar un proceso de venta de la BMC. Para ello buscó convencer a otros pequeños accionistas de ceder sus participaciones, de manera que la venta se hiciera a un único controlante. La maniobra abortó a raíz de la quiebra de InterBolsa. Ignacio Arguello, su liquidador, no estuvo de acuerdo con el proceso que se gestaba, entre otras cosas porque la ley prohíbe que se establezca ese tipo de controles. Arguello decidió contratar otra banca de inversión, Valor & Estrategia, en busca de una mejor alternativa.

Lo que viene
Aunque la liquidación de InterBolsa parecería haber puesto fin a la puja por el poder sobre la propiedad de la BMC, hay varios temas que aún están por resolver.

El Gobierno tiene en sus manos la fórmula para disponer de las participaciones de InterBolsa e Invertácticas (que suman 25,6%) en la propiedad de la Bolsa Mercantil. Las decisiones que tome al respecto serán críticas para la definición de quién tiene finalmente el poder en la BMC. La pelea no está finalizada. De hecho, Helbert Otero afirma que cerca de la mitad de la participación de InterBolsa en la BMC le pertenece a él, como compensación en los negocios que llevaba con InterBolsa. La presencia de Juan Carlos Ortiz aún está latente a través de su red de inversionistas conexos y de su alianza con Jesús Villamizar.

La Bolsa Mercantil tiene un extraordinario potencial de desarrollo. Por una parte, esta plataforma puede movilizar valores sobre productos, títulos y servicios originados o destinados a los sectores agropecuario y minero. De la misma manera, la BMC puede negociar bienes destinados al mercado de compras públicas. Puede ser, por un lado, una verdadera plataforma de desarrollo y, por otro, un gran negocio.

Es posible que los primeros en haber detectado el potencial y la oportunidad hayan sido inversionistas de dudosa calidad, como los dueños de InterBolsa. Sin embargo, eso no significa que la oportunidad no exista. Si el Gobierno lograra encontrar los mecanismos para hacer cumplir lo que ordena la ley, mantener diluido el control accionario de la entidad y fortalecer el papel de esta en pro del interés público, el país tendría mucho por ganar. Si, por el contrario, la BMC volviera a ser objeto de las luchas de poder de unos pocos, se habría perdido una posibilidad de desarrollo para Colombia.

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