Colombia completa una década cediendo en todos los rankings que miden la competitividad y esa realidad no tiene ningún doliente en el Gobierno
La economía colombiana siempre le ha prestado especial cuidado e interés a las firmas calificadoras de riesgo y a lo que opinen sobre su comportamiento los bancos multilaterales, ahora también se pone especial interés a lo que pueda hacer o decir la Ocde sobre nuestros números en las finanzas domesticas y la perspectiva de lo que puede pasar en los años venideros. No es sino mencionar que Moody’s, Fitch o S&P, van a subir o bajar la nota país para que se disparen las alertas sobre lo que pueda ocurrir con la inversión extranjera. Lo mismo ocurre cuando el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, hacen alguna mención o comentan algo sobre el rumbo de las políticas económicas, todas opiniones muy calificaciones que afectan ineludiblemente el rumbo de nuestros números, pero cuando a Colombia le va mal en los indicadores de competitividad, no pasa nada y eso es muy preocupante pues hay países como Chile donde ese asunto es dorsal para la economía.
La competitividad en Colombia lleva cayendo una década y no pasa nada, es un asunto que no tiene dolientes institucionales y cuando aparecen sacan la disculpa que “cambiaron la formula de medición” y que esa es la causa de que en promedio de entre 140 países, Colombia esté más allá de la media tabla, es decir que ocupe el puesto número 60, indistintamente del termómetro que se utilice. Hay tres rankings importantes que a nadie afectan en Colombia y que los gobiernos de turno no le prestan atención: el más antiguo de la Universidad de Lausana en Suiza o IMD; el del Foro Económico Mundial, y el que recientemente ha posisionado el Banco Mundial conocido como el Doing Business. No hay que hacer mucha investigación sobre cómo le va a Colombia, en todos no solo se raja sino que va cada día peor.
El más reciente es el del FEM en el que Colombia se ubicó en la posición 60 entre 140 naciones incluidas en el estudio. La posición mostró un decrecimiento de tres puestos, pues el año pasado estaba en la casilla 57. Los factores en los que el país tuvo un rendimiento destacado fue en salud y la estabilidad macroeconómica, calificaciones de 91 y 87 respectivamente; se ubicó en las casillas 35 y 56 en dichos indicadores. En las instituciones políticas, la adopción de TIC y la capacidad de innovación, las calificaciones estuvieron por debajo de la media con 50, 47 y 36 puntos respectivamente. Hay un serio rezago a la hora de innovar, pues 103 de las 140 economías obtuvieron un puntaje de 50 o menos para la capacidad de innovación; en general Colombia no está lista para la cuarta revolución industrial, justamente el tema del que más se habla.
Chile es el de mejor desempeño porque la competitividad es un asunto dorsal para su economía; no sobra recordar que el actual premio Nobel de Economía, Paul Rommer, fue cesado de su cargo en el Banco Mundial como economista jefe luego de que se le acusara de manipular este indicador para perjudicar al gobierno de ese momento. Chile es 33 en el mundo con un puntaje de 70,3; le sigue México en el puesto 46 con 64,6 puntos; Uruguay de 53 con 62,7 puntos; Costa Rica de 56 con 62,1: mientras que Colombia cierra de 60 con 61,6 unidades. El país sigue siendo frágil y podría verse amenazado por una serie de factores como un mayor riesgo de proteccionismo comercial en EE.UU., las repercusiones de la crisis económica y humanitaria de Venezuela y la incertidumbre política, pero todo eso no parece importante a nadie.
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