De ahora en adelante, el financiamiento del Icbf y el Sena va a recaer más en los sectores que generan las grandes utilidades y menos en las empresas que generan el empleo, señala el titular de las finanzas públicas.
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, explica los alcances del proyecto
de Reforma Tributaria, de la que señala lo que pretende es mayor equidad en los
tributos.
Han pasado pocos días desde que radicó en el Congreso la reforma
tributaria. ¿Cómo analiza la reacción que ha tenido la propuesta?
Creo que en general los analistas la han visto con buenos ojos.
Los exministros de Hacienda me han llamado a dar su apoyo.
La iniciativa ha sido descrita como un esfuerzo serio de carácter
técnico.
El paso ahora es comunicarle bien al país las ventajas de la reforma y dar el
debate político.
La aprobación de este proyecto de ley es vital para hacer de Colombia un país
más equitativo en el que haya más empleo formal.
La propuesta de desmontar los parafiscales genera mucha inquietud
entre quienes ven con buenos ojos la labor del Sena y del Icbf…
Yo también veo con muy buenos ojos la labor de esas entidades que hacen un
aporte extraordinario en materia social.
Pero, en contra de lo que se ha dicho, saldrían fortalecidas. Recibirán de
manera exclusiva un impuesto a las utilidades de las empresas, llamado CREE.
Hicimos el análisis sobre cuánto dinero habrían recibido en los últimos diez
años, si se hubiera aplicado el CREE. El resultado es que habrían tenido más
recursos en cada periodo, lo cual es lo que deseamos todos los que valoramos
estas entidades.
Pero las cargas se van a repartir de manera diferente…
Así es, porque este es un impuesto sobre las utilidades, no sobre la nómina.
Eso quiere decir que aunque todas las empresas van a tener un alivio, este será
mayor en las que utilicen relativamente más mano de obra.
Por ejemplo, si uno mira el caso de Ecopetrol, un punto de parafiscales le
vale 5.263 millones de pesos, mientras que uno de CREE asciende a casi 213.000
millones.
En una empresa de confecciones el peso de estas cargas se invierte.
Esto quiere decir que, de ahora en adelante, el financiamiento del Icbf y el
Sena va a recaer más en los sectores que generan las grandes utilidades y menos
en las empresas que generan el empleo.
¿Y eso qué consecuencias va a traer?
Mucha gente en nuestro país tiene trabajo sin tener un buen empleo. Nuestra
meta es impulsar los empleos formales, es decir, empleos que paguen la
remuneración adecuada y protejan al trabajador, que por cierto son los más
esquivos para los más pobres.
Aspiramos a llegar a un millón de empleos formales de manera gradual, gracias
a este cambio.
Si eso es así, ¿cómo analiza las quejas de algunos sectores
sindicales?
Creo que puede ser un problema de información. Pero el viernes pasado me
reuní con las principales centrales y les expuse con detalle la reforma. Pienso
que dejé en claro que esta es una propuesta progresiva que responde a algunas de
las peticiones que ellos han hecho en el pasado.
Busca dar un nuevo balance a nuestra economía. Hemos beneficiado mucho al
capital y llegó la hora de beneficiar el empleo. Ha crecido mucho el sector
mineroenergético, es hora de darle la mano a la industria, la agricultura y los
servicios modernos.
El Congreso se ha quejado por el tema del mensaje de
urgencia…
Entiendo las preocupaciones, pero la verdad es que si el mensaje no se
presenta, los tiempos no nos dan.
Tenemos que trabajar a marchas forzadas para lograr salir con la propuesta
aprobada antes de que termine la legislatura, y eso solo se logra si las
comisiones del Senado y la Cámara trabajan de forma conjunta. No hay de
otra.
Pero incluso parlamentarios cercanos al Gobierno dicen que así no le
marchan…
Espero que ese no sea el caso. El Congreso va a tener casi dos meses y medio
para evaluar varias veces el texto que radicamos, y ese es un tiempo
suficiente.
Tenemos toda la disposición para aclarar, conversar, explicar y debatir tanto
el espíritu general de la reforma como cada artículo.
Yo confío en que, tal como ha sido tradición en Colombia, el texto final sea
mejor después de pasar por el Capitolio.
Otra inquietud es por la mayor carga sobre los
asalariados…
Una vez más insisto en que de lo que se trata es de que haya
progresividad.
De entrada, quienes tengan ingresos inferiores a $2,3 millones mensuales no
van a pagar impuesto de renta. Quienes estén por debajo de 5 millones de pesos
pagarán menos de lo que pagan hoy. Pero también hay que decirlo claro: quienes
ganan 20 millones de pesos o más pagarán 15 por ciento en impuestos. Hoy pagan 5
por ciento, lo cual es inaceptable para una sociedad tan desigual como la
nuestra.
No puede ser que un pobre pague proporcionalmente más que un rico. Ese no es
el país que queremos.
¿Y el IVA sobre ciertos alimentos?
Ayer sacamos un comunicado que deja en claro que el pollo, la carne de res y
cerdo, los huevos, la leche y el pescado no tienen por qué verse impactados con
la reforma.
Lo que queremos es ayudarles a los productores agrícolas y, a través de
ellos, a los consumidores.
Hemos sido claros: la canasta familiar de ninguna manera será gravada.
¿El recaudo va a aumentar o no?
Nuestros modelos muestran que el efecto será neutro, que ha sido siempre
nuestro propósito.
Claro, hay unas normas contra la evasión que son difíciles de cuantificar,
pero es mejor no hacer cuentas alegres sobre su efecto. Como lo he dicho en
otras ocasiones, aquí el que nada debe no tiene nada que temer.
¿Hubiera querido incluir otros temas en la reforma?
Todas las reformas estructurales que he conocido han fracasado.
Hay que aprender de la experiencia. Digamos que esta es una propuesta
realista que se enfoca en lo que el Gobierno considera es lo más apremiante.
Tiene la ventaja de que tiene apenas 100 artículos, lo cual facilita su
discusión.
Más adelante, el país tendrá que debatir si sigue por esta senda de
modernización o no. Espero que así sea. Tengo la convicción de que este es un
paso inicial en la dirección correcta.
¿Cómo va la economía?
Los indicadores más recientes nos muestran que vamos bien. El desempleo se
mantiene a la baja y la inflación está bajo control. Hemos tenido un bache en
las exportaciones que debería ser temporal, pero en el acumulado del año
seguimos creciendo.
Al tiempo, el consumo interno se mantiene fuerte y la inversión pública
empieza a actuar de forma contracíclica.
Sigo en el pronóstico de un aumento en el PIB entre 4,5 y 5 por ciento.
Tenemos que traducir este buen momento económico en más equidad y más empleo
formal. Ese es el reto en el que estamos empeñados.
Ricardo Ávila
Director Portafolio
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