Nuestro vaso se encuentra casi vacío. Es lo que dicen las encuestas, cuando más del 75% de los colombianos califican como mala la situación del país.
Tratan de aplicar a Colombia el dicho de que optimista es quien ve el vaso medio lleno y pesimista quien lo ve medio vacío. Pero no es el caso, porque tal apreciación es válida bajo la condición de que sea tanto lo que falta como lo que contiene el vaso.
Siguiendo la misma comparación lo que sucede es que nuestro vaso se encuentra casi vacío. Es lo que dicen las encuestas, cuando más del 75% de los colombianos califican como mala la situación del país, desaprueban la gestión del Gobierno, descalifican los poderes institucionales (Presidente, Administración de Justicia, Congreso), etc.
Se dice, sin embargo, que eso es problema de ‘percepción’; o sea, algo subjetivo que no corresponde a la realidad. La realidad puede ser peor. A comenzar por la economía (que supone ser a lo que los actuales dirigentes prestan atención). Tenemos un crecimiento del PIB de 1,8%, apenas la cuarta parte del 6% que se afirma es el mínimo al que debemos aspirar y necesitamos como país en desarrollo.
Y quienes sostienen que lo importante es si el vaso se está llenando deben tener en cuenta a qué ritmo lo podrá hacer; o si en efecto así está sucediendo, ya que hasta el momento es lo contrario.
Porque el promedio de los últimos tres años no alcanza a 2,5% cuando el de los tres anteriores fue cerca de 5%; y como esperanza de futuro el año que viene aumentaríamos entre 2,5% y 2,8% (todas –absolutamente todas– las proyecciones presentadas en este cuatrienio, ya sea al iniciar cada año o en los sucesivos ajustes a lo largo de ellos han sido a la baja)...
El endeudamiento subió de US$40.000 millones a US$120.000 millones, el más grande que hayamos tenido nunca, tanto en monto como en porcentaje del PIB; la industria lleva tres años seguidos disminuyendo tanto su participación en términos relativos como su producción global. La balanza comercial en negativo y lo mismo la cuenta corriente. La justificación de que la causa es la caída del precio del petróleo es falaz porque esa se dio en 2014; y, a pesar de la recuperación de precios de US$28 a alrededor de US$65, este año decreció 3,9% más. El déficit presupuestal más alto de la historia; los ingresos previstos con la Reforma Tributaria no se alcanzaron; los recibidos en los anteriores tres años por concepto de ‘impuesto a la riqueza’ y los de ese inmenso lavado de dineros que se llamó amnistía se acabaron. Imprevisto, y como si hubiera sido imprevisible, los sabotajes del ELN a la infraestructura y la catástrofe humanitaria que genera la situación de Venezuela.
El sector agrario creciendo pero a costa de la quiebra del productor: como lo dice el vocero del sector ‘se buscaba incentivar la oferta mas no la rentabilidad para el agricultor’; así, arroceros y lecheros entre más excedentes producen, más pérdidas sufren. (No se menciona la incidencia de la coca en ese crecimiento).
Hoy en teorías del desarrollo el capital más productivo no es el físico (infraestructura), ni el financiero, ni siquiera el humano, sino el Capital Social –la confiabilidad en el orden institucional– y en eso el vaso se vació.
Solo un Partido Político (condenado por Violación a la Moralidad Administrativa y a los Principios Democráticos, y cuya Dirección depende de actos ilegales) presentó candidato. A tres semanas del evento electoral aún no se sabe cuántos candidatos al Congreso estarán incursos en inhabilidades (que de hecho implican situaciones penales) pero los tarjetones incluirán varios de ellos –por los cuales no se puede votar–. Según la Procuraduría, 67% de los candidatos no acatan las leyes electorales (informar sobre cuentas, registro de donantes, permisos para publicidad en exteriores, etc.). El Contralor afirma que ‘estamos al borde del abismo por la corrupción’. Nuestro sistema político institucionalizó la financiación de las campañas por quienes después ‘recuperan’ su inversión en los contratos, y la ‘mermelada’ del ejecutivo a los parlamentarios para que aprueben sus propuestas legislativas.
En lo social, pendientes las reformas a la salud, a la educación, a las pensiones, a la Administración de Justicia, y ninguna política de empleo, etc. La llegada de inmigrantes venezolanos presagiando más desempleo, bajas de salarios y en alguna forma más ‘hurto famélico’.
En lo único que debía ser positivo, el ‘Acuerdo de Paz’, la ONU informa que se ha cumplido solo en 18,7%. La columna vertebral –la Justicia Especial para la Paz– pendiente de organizarse, pero asumiendo como vigentes todas las consecuencias que deben ser posteriores (participación en política de los que serán enjuiciados, la liberación de quienes serán calificados por ella). Las curules de las víctimas embolatadas.
En fin: quien sostenga que hay que ser optimista porque se puede ver el vaso medio lleno lo que tiene es un problema de visión; y si intenta que así lo vea la población que vive esta situación lo que tiene es un problema de ética.
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