miércoles, 13 de agosto de 2014

Los tributos que vienen

El proyecto de presupuesto del 2015 incorpora las nuevas exigencias de gastos.

Dentro de la reforma tributaria que se presentará se mantendría el impuesto al patrimonio.

Dentro de la reforma tributaria que se presentará se mantendría el impuesto al patrimonio.

La nueva etapa en la que está entrando el país, que corresponde a la segunda parte del Gobierno, llega con ambiciones renovadas que costarán. Y, como lo advierte el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), Bruce Mac Master, en la entrevista que se publica en estas mismas páginas, todo el mundo deberá estar listo a pagar por esas ambiciones o metas o propósitos: “Un esfuerzo grande para tratar de que todo el país asuma esta carga, que tiene que ver con la solución para todo el país”.
Como lo contó la directora de Planeación Nacional, Tatyana Orozco, hace una semana, vienen tareas que en el Plan Nacional de Desarrollo de los próximos cuatro años quedarán articuladas en cuatro ejes: transición hacia la paz, transformación del campo, equidad social para el cierre de brechas de la desigualdad, e innovación e incremento de la productividad del país.
En particular, las demandas del primer eje serán muy exigentes en recursos.
Ya hay una idea general de cómo pagar los costos de los objetivos propuestos. Incluso, el proyecto de presupuesto del 2015, que ya se entregó al Congreso, incorpora las nuevas exigencias de gastos.
Pero las normas de impuestos vigentes en este momento no permitirían conseguir todo el dinero necesario para dichos gastos y, según las cuentas de los expertos y del mismo Gobierno, faltan 12,5 billones de pesos.
Por eso, ya se anunció, y se presentará próximamente, la nueva reforma tributaria, en la que ya hay dos fuentes claras: mantener el 4 por 1.000 (que con la norma actual debería bajar a 2 por 1.000 dentro de 20 semanas), y también mantener el impuesto al patrimonio.
Una tercera fuente de más ingresos provendrá de una reforma constitucional que permita las amnistías tributarias.
Este año, del 4 por 1.000 se esperan 6,3 billones de pesos, y la mitad corresponde a los recursos que se les prometieron desde hace dos años a los productores del campo, durante uno de los paros.
Entre tanto, la reforma de la carta para permitir las amnistías seguramente llevará a la práctica la norma de la reforma del 2012, que tumbó la Corte Constitucional, que en ese momento iba por entre 7 y 14 billones.
Aquí, se trata de que quienes tienen activos fuera del país terminen pagando impuestos por los mismos, y para que no los oculten tendrían una tarifa de ganancia ocasional inferior.
Queda, pues, por saberse a qué (o a quiénes) le va a apuntar el renovado impuesto al patrimonio. El que se venía pagando obligaba a quienes al comenzar el 2011 eran dueños de propiedades que en ese momento valieran 1.000 millones de pesos. Antes, a partir del 2003, lo pagaban quienes tuvieran propiedades que valieran 3.000 millones.
Como se ve, el impuesto no solo es cada vez menos ‘transitorio’, sino que apunta a dejar de ser un impuesto para ricos. Sólo con la inflación, el impuesto arrancó siendo para quienes tuvieran propiedades que hoy equivaldrían a más de 4.500 millones, y en el arranque del 2011 comenzó a obligar a quienes tuvieran el equivalente a alrededor de 1.100 millones de hoy.
Si la decisión fuera no moverlo sino mantenerlo en los 1.000 millones, ya de hecho se estaría bajando la línea, en términos reales.
Así, por efecto de la reforma, crecería el universo de los ‘ricos’ a los ojos de los impuestos, pero no solo por la inercia de las alzas de la canasta familiar, sino por el encarecimiento de la vivienda a unos ritmos que han llevado, entre otras cosas, a que Anif insista en calificar la situación de ‘burbuja’ de precios.
Por ejemplo, alguien que al arrancar el 2011 tenía en Bogotá un apartamento que valiera, entonces, 380 millones, y otro idéntico para arrendar no entraba dentro de los que pagan impuesto al patrimonio.
Pero ahora, esas propiedades pueden valer, cada una, más de 500 millones, de acuerdo con el índice de precios de vivienda usada que calcula el Banco de la República. Así, esa persona, si no tiene deudas, quedaría matriculada dentro de los nuevos contribuyentes del impuesto al patrimonio, en caso de que el criterio se mantenga en mil millones.
Y no necesariamente esa persona está viviendo mejor que antes. Mientras el valor de sus propiedades da un salto de más de 30 por ciento que le podría significar un impuesto nuevo, su sueldo debería haber sido ajustado en 8,3 por ciento en ese lapso, al menos para mantener el poder de compra.
La confección de la nueva ley está, pues, a punto de empezar a discutirse, y esta vez no solo los ricos, sino también buena parte de la clase media, estarán atentos a la línea roja del impuesto al patrimonio.

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