KPMG, la red global de firmas de servicios financieros, sostiene que existen una serie de lineamientos básicos para hablar de calidad en la auditoría. Una oportuna planeación, implementación de nuevas rutinas y análisis de datos, y una comunicación oportuna con el cliente, son algunos de ellos.
KPMG publicó un breve informe titulado El ABC de la Calidad del Auditor Externo, en el que se afirma que la auditoría externa no es ajena a la definición de calidad (conjunto de características que le permiten al producto o servicio satisfacer las necesidades y expectativas del cliente), “pero es insuficiente para garantizar que el producto o servicio resultante será un éxito en el mercado, y por tanto, ha sido necesario revisar el concepto desde una perspectiva externa”, como dice Pedro Preciado, socio de auditoría y líder financiero de KPMG en Colombia, y autor de este informe.
Para asegurar la calidad en el campo de acción de la auditoría externa, la profesión contable es probablemente la más regulada y sujeta a escrutinio público, producto de escándalos financieros, y dada la necesidad misma de generar confianza entre empleados, clientes y usuarios de información financiera revisada, validada o verificada por profesionales independientes.
“la necesidad del auditor de estar en constante capacitación o entrenamiento técnico, sumado a la experiencia en el desarrollo de su labor”
Los auditores son conscientes de que los riesgos no son constantes, se deben hacer evaluaciones, y que las normas que regulan la profesión desde el punto de vista contable y de auditoría están en permanente cambio y sujetas a nuevas interpretaciones, lo que se traduce en la necesidad del auditor de estar en constante capacitación o entrenamiento técnico, sumado a la experiencia en el desarrollo de su labor, y el constante escepticismo profesional que lo debe acompañar.
Lineamientos básicos al hablar de calidad en la auditoría
Desde el punto de vista del informe, “el trabajo de campo no inicia al final del año auditado”. Una oportuna planeación, acompañada de una firme evaluación e identificación de riesgos, permite preparar el informe final desde el primer día de la auditoría.
La implementación de nuevas rutinas y análisis de datos, acompañada de equipos de auditoría en el que se vean involucrados especialistas, permite estar atentos a los cambios del personal y obtener respuestas frente a estos.
Se debe contar también con una comunicación oportuna con el cliente y con una respuesta oportuna a los retos generados por la profesión y el cliente, con alto grado de escepticismo profesional.
Por otra parte, los informes del auditor deberán ser revisados por un profesional con un mayor grado de experiencia y conocimiento, como un socio de control de calidad. Aplicar la metodología KAM (Key Account Manager, por sus siglas en inglés), permite cumplir con la evidencia necesaria para entregar informes a terceros.
KPMG también aconseja evitar que los problemas del cliente se conviertan en propios. “Con frecuencia las demoras del cliente o los problemas con la calidad de la información pueden generar un efecto dominó: aumenta la presión del tiempo a medida que el equipo de auditoría se acerca a su fecha límite de presentación de informes y pone en riesgo la calidad de la auditoría”, dice el informe.
Finalmente, los profesionales encargados de la auditoría deben estar en un permanente entrenamiento, actualizarse sobre las nuevas tendencias y contar con un alto grado de escepticismo profesional.
Regulaciones para los servicios prestados
Existen organismos reguladores como el Public Company Accounting Oversight Board −PCAOB− los cuales establecen los lineamientos y estándares profesionales, de ética y competencia para el desarrollo de las actividades contables, llevando a cabo tres funciones: revisión, regulación y sanción de las empresas.
El International Ethics Standards Board of Accountants −IESBA−, es otro de los organismos que desarrolla y emite normas de ética de alta calidad y otros pronunciamientos para que sean utilizados por los contadores en todo el mundo y los Colegios o Juntas de supervisión de contadores, Superintendencias financieras y de Sociedades locales; así como procedimientos de revisión que hacen que el trabajo de auditoría se vuelva más complejo y requiera de mayor tiempo e inversiones en programas de aprendizaje y actualización, y en tecnologías que coadyuven al cumplimiento de estos estándares.
Por todo lo anterior, explica el informe, los auditores externos se encuentran en medio de dos situaciones que pueden resultar antagónicas: “la primera, un ambiente regulatorio estricto; y la segunda, una situación económica donde los costos de sus servicios pueden representar un lugar natural de reducción de costos, aunque no siempre sea recomendable”.
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