jueves, 16 de noviembre de 2017

Los Paradise Papers harán pagar a justos por pecadores?

La investigación de los Paradise Papers sacó a la luz pública la figura de las reaseguradoras cautivas, un instrumento habitual y legal en el mundo de las grandes corporaciones; pero si es tan común, ¿por qué el escándalo? 

 
De izquierda a derecha: Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol; Astrid Arbeláez, presidente del GEB; Jorge Londoño, gerente de EPM, y Bernardo Vargas, presidente de ISA. 

El negocio de los seguros, como muchos otros, funciona con una cadena de intermediarios, que en su caso no solo sirve para vender las pólizas, sino para compartir el riesgo que se asume cuando se está cubriendo un posible siniestro como un terremoto (cuyo costo es altísimo) o los daños causados por huracanes sobre una industria específica.

Esa actividad de compartir el riesgo se conoce como el reaseguro, que no es otra cosa que la aseguradora de la aseguradora. En Colombia las aseguradoras son vigiladas por la Superfinanciera y estas pueden elegir sus reaseguradoras entre aquellas inscritas en el Registro de Reaseguradores y Reaseguros en el Exterior (Reacoex) de la misma Superintendencia. Allí están inscritas compañías que han demostrado solvencia financiera, capital suficiente para los riesgos que protegen y una calificación de riesgo de mínimo BBB-.

Sin embargo, las reaseguradoras no son vigiladas por la Superfinanciera, esta entidad de lo que está pendiente es de que las aseguradoras contraten con una reaseguradora de la lista del Reacoex.

Adicionalmente, en el mundo opera una figura de reaseguros que legalmente no existe en Colombia y que se conoce como reaseguradora cautiva, que es la protagonista de la investigación Paradise Papers, realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (Icij) y que en el capítulo del país fue ejecutada por El Espectador y Connectas.

Las reaseguradoras cautivas son creadas por las empresas para transferir y retener parte de sus propios riesgos. En otras palabras, es una especie de autoseguro que establecen las empresas, bien sea porque las pólizas que les ofrecen las aseguradoras están muy caras y desean reducir costos, o porque sus riesgos son muy específicos y nadie mejor que ellos para saber cuánto dinero deben guardar para poder pagar en caso de un siniestro.

Las reaseguradoras cautivas –que se llaman así porque solo pueden asegurar a su casa matriz o a sus filiales– operan de la siguiente manera: una empresa, por ejemplo una petrolera que está en una industria donde este vehículo es una práctica común, compra pólizas con una aseguradora en el país y esta, como no tiene la capacidad para pagar todos los riesgos en caso de que se conviertan en realidad, le transfiere una parte de ellos a una reaseguradora, que en este caso es la que creó la petrolera.

De esta manera, cuando la petrolera paga las primas de su seguro en Colombia, parte de este dinero es transferido por la aseguradora a la reaseguradora cautiva, cuyo domicilio está en el exterior.

Otras jurisdicciones

Como en el país no existe la figura de las cautivas, las empresas deben crearlas en el exterior y muchas compañías han optado por hacerlo en lugares como Barbados o Bermudas, islas que han sido tachadas de tener poca transparencia financiera, así no sean catalogadas como paraísos fiscales.

No obstante, esas islas han trabajado para quitarse ese estigma y se han convertido en centros financieros especializados para empresas cautivas y han buscado su transparencia fiscal firmando tratados para compartir información con diferentes países, entre ellos Colombia. 

Algunas de las empresas que aparecen en los Paradise Papers han aclarado que montaron una reaseguradora cautiva, primero porque es un estándar en su respectiva industria y, segundo porque les sirve para optimizar sus finanzas, pues pueden asegurarse de una forma más económica. En especial en un país como Colombia, donde con el terrorismo de la guerrilla se presentaban voladuras de oleoductos o de torres de transmisión de energía y las aseguradoras cada vez les cobraban más a las empresas por protegerlos de dichos riesgos.

De hecho, el boom de las cautivas de origen colombiano se dio tras la voladura de las Torres Gemelas, un acto que encareció los reaseguros por terrorismo y llevó a muchas empresas a autoasegurarse. Es más, tras los recientes huracanes en Texas, donde hay una fuerte industria petrolera, se prevé que el año entrante suban los reaseguros que cubren catástrofes climáticas.

¿Dónde están las dudas?


En Connectas aseguran que en el caso de las empresas mixtas (que son públicas y privadas) como Ecopetrol, ISA, EPM y el Grupo de Energía de Bogotá, se evidenció que en efecto sus reaseguradoras cautivas han servido para registrar un mejor manejo financiero. Sin embargo, aclaran que las dudas están en las cuentas de las firmas cautivas sobre las cuales no hay ninguna vigilancia, por no estar domiciliadas en Colombia,

“Mientras la aseguradora y la reaseguradora son firmas especializadas y requieren capitales altos, para garantizar que tienen con qué pagar los siniestros, las cautivas se constituyen con montos muy bajos y no necesitan saber nada de seguros. En Bermudas se constituyen con solo US$120.000, mientras acá es mucho más. En palabras sencillas, a las cautivas, que no saben de seguros y son firmas pequeñas, se les da la responsabilidad de asegurar a todas las filiales de su casa matriz y eso es lo que genera dudas en la Contraloría”, explican en Connectas, plataforma de periodismo colaborativo.

José Orlando Montealegre, presidente de Acoas, el gremio de los corredores de seguros, dice que las cautivas no son para todas las empresas; generalmente les sirven a las más grandes o que tienen riesgos específicos “y su objetivo no es evadir impuestos sino optimizarlos, por eso las crean en las jurisdicciones en donde los gravámenes son más bajos o no existen”.

En su concepto, esta figura no se debe estigmatizar, pues el objetivo no es que se deje de tributar acá para hacerlo afuera, sino mejorar la cadena de seguros. “Además, la tendencia es que se acaben los paraísos fiscales y que cada vez haya más acuerdo de información entre países, lo que hará que estas figuras se vuelvan más claras”, precisa Montealegre.

Otra es la visión de José Roberto Acosta, vocero de Justicia Tributaria, quien está convencido de que el problema de las cautivas es que no se sabe si tienen el capital suficiente para responder por los siniestros que están cubriendo y que las ganancias de dichas cautivas, en algunos casos, no se reportan en el país y, por ende, no estarían pagando los impuestos respectivos. Opina que con la implementación de las Niif esta omisión de reporte de las cifras de las filiales en el exterior ya no tiene razón de ser.

Más allá del debate sobre la conveniencia de las reaseguradoras cautivas, que se estima son utilizadas por 90% de las empresas que forman el índice de Standard & Poor’s, valdría la pena discutir si es factible permitir esa figura en el país para que sea vigilada por la Superfinanciera y no genere dudas sobre sus finanzas. Con un mundo cada vez más globalizado y lleno de tecnología, en Colombia hay espacio para empresas más sofisticadas; la duda es sobre el nivel impositivo, para algunos es lo que esta espantado la inversión.




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