La caída del 25,4 por ciento anual en la facturación de las tarjetas de crédito (compras y avances de dinero en efectivo) en el 2020 es una clara muestra de que millones de tarjetahabientes colombianos han optado por dejar bajo llave sus plásticos, ante la incertidumbre y el fuerte golpe al bolsillo que ha dejado la llegada del coronavirus al país.
Solo entre el 20 de marzo y el 31 de diciembre, la caída en el uso de dichas tarjetas fue del 34,6 por ciento anual, cifras que contrastan con el crecimiento del 15,3 por ciento observado en el 2019 respecto al 2018. Incluso, en el primer trimestre del año pasado la industria de las tarjetas traía una dinámica del 6,4 por ciento anual.
El año pasado, el gasto de los colombianos con sus tarjetas de crédito (personales y corporativas) sumó 64,8 billones de pesos, de los cuales 13,7 billones correspondieron a avances en efectivo, según cifras de la Superintendencia Financiera.
Pese a que esta cifra se sitúa muy por debajo de los 86,9 billones de pesos del 2019, la misma equivale a más del doble del presupuesto que le fue aprobado a Bogotá para el 2021 (23,9 billones de pesos).
No obstante la contracción del consumo con tarjetas de crédito el año pasado, millones de colombianos tuvieron que acudir a estas para financiar su gasto durante la pandemia.
Datos oficiales indican que las personas usaron sus plásticos para pagar compras por valor de 33,4 billones de pesos, entre el 20 de marzo y el 31 de diciembre del 2020. Pero también las utilizaron para obtener dinero en efectivo, a través de avances en cajeros, por 8,3 billones, para un total de 41,7 billones en los primeros nueve meses transcurridos desde la llegada del covid-19 al país (marzo del 2020).
Como se recuerda, la pandemia en sus primeros meses dejó a más de 5 millones de colombianos sin sus empleos, a un sector de la población con drásticos recortes en sus ingresos, una caída sin precedentes del consumo de los hogares, el cierre de cientos de empresas y una contracción histórica de la economía de 15,7 por ciento.
Pero los datos del menor consumo con tarjetas de crédito del año pasado no son los únicos que reflejan el mal momento por el que atraviesa esta industria en el país y, desde luego, los propios tarjetahabientes, quienes se han tenido que abstener o reducir el uso de sus plásticos en medio de la coyuntura.
Si no hubiese existido ninguna medida de alivio, deberíamos tener una morosidad mucho más alta de la que hay ahora
Por ejemplo, entre marzo y octubre del año pasado salieron del mercado más de 1,7 millones de plásticos. Hasta octubre del 2020 estaban activas poco más de 14,6 millones de tarjetas de crédito.
Para ese mismo mes, cerca de dos millones de tarjetas mantenían un bloqueo temporal, por atraso en el pago de las cuotas mensuales o reporte de pérdida o robo, entre otros motivos.
Y si bien los tarjetahabientes han tenido la posibilidad de aliviar la carga de sus obligaciones, mediante el Programa de Acompañamiento a Deudores (PAD), las cuotas en mora vienen en aumento, según cifras de la Superfinanciera.
Hasta octubre del año pasado esas cuotas en mora sumaban más de 2,4 billones de pesos, con un incremento de 680.000 millones de pesos en solo ocho meses, es decir, un repunte de 39,3 por ciento en ese corto periodo.
Esta situación ha llevado, además, a que el índice de morosidad de la cartera de las tarjetas de crédito haya pasado del 5,6 por ciento en marzo a 8,37 por ciento en octubre.
Los banqueros han advertido que, no hay duda de que la morosidad de la cartera del sistema se incrementará aún más, una vez concluya el PAD, a mediados de este año.
Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research, dijo esta semana que esas medidas de alivio lo que han permitido es comprar un poco de tiempo para que las empresas y los hogares normalicen sus ingresos y las estructuras de sus costos, las adapten y puedan responder a sus obligaciones financieras, y eso ha venido moderando lo que será esa expectativa de morosidad.
“Si no hubiese existido ninguna medida de alivio, deberíamos tener una morosidad mucho más alta de la que hay ahora. Lo que hemos visto es que las personas y las empresas están empezando a cumplir con sus compromisos más rápido de lo esperado y eso es muy positivo para evitar que la morosidad se dispare”, dijo el experto.
Advirtió, no obstante, que no se puede desconocer que el choque económico de la pandemia para algunos hogares y empresas es de una magnitud lo suficientemente fuerte como para llevar a que los números de morosidad superen los niveles vistos en el año 2009, pero que estemos por debajo de los del siglo pasado, que fueron del 10 por ciento.El crédito continúa fluyendo
Aunque buena parte de los tarjetahabientes colombianos han sido responsables frente al manejo de sus plásticos en medio de la incertidumbre económica actual, las compras cayeron 30,6 por ciento y los avances en efectivo, 47,4 por ciento, entre marzo y diciembre pasado, expertos en finanzas personales y los propios banqueros llaman la atención, sobre todo porque el crédito continúa fluyendo con cierta normalidad, ante lo cual hay que tener cuidado de no sobreendeudarse.
A través de las tarjetas de crédito personales se han desembolsado préstamos por 42,8 billones de pesos, entre el 20 de marzo del 2020 y el 8 de enero del 2021. Tampoco se puede perder de vista que el cupo aprobado y sin utilizar de las tarjetas supera los 59 billones de pesos.
Juan Pablo Granada –experto en finanzas personales y presidente de Customer Index Value (CIV)– sostiene que la tendencia que se está observando es a un sobreendeudamiento, a utilizar los cupos, a alargar los plazos de las compras y avances, y eso es una bomba de tiempo, pues en la medida en que no se reactive la economía, se mantengan los niveles de desempleo y de pérdidas de ingresos, los problemas de morosidad en el sector financiero se evidenciarán, sobre todo por parte de los trabajadores independientes.
“Veo personas tratando de obrar de manera muy cauta, evitando endeudarse más, cuidando su capacidad de crédito y cumpliendo con sus obligaciones. Pero, también, personas que han tenido problemas económicos porque se les han caído sus ingresos individuales o familiares y que en este momento pueden estar utilizando los cupos de sus tarjetas o créditos rotativos para financiar su día a día.
En este último caso vemos dos problemas: el primero, el sobreendeudamiento en un momento de incertidumbre; y el segundo, que en un tiempo cercano esos individuos se queden sin capacidad de pago ni de crédito para atender una emergencia o una situación crítica”, señaló el experto.
Por su parte, en la Asobancaria precisan que el uso de las tarjetas de crédito siempre debe ir acompañado de mucha responsabilidad y conocimiento de cómo funciona el producto, pues, debido a las condiciones generadas por la pandemia, las personas pueden verse tentadas a usar sus plásticos de forma indiscriminada, tanto para resolver necesidades como para satisfacer gustos dada la facilidad de comprar por internet, entre otros canales.
La caída del 25,4 por ciento anual en la facturación de las tarjetas de crédito (compras y avances de dinero en efectivo) en el 2020 es una clara muestra de que millones de tarjetahabientes colombianos han optado por dejar bajo llave sus plásticos, ante la incertidumbre y el fuerte golpe al bolsillo que ha dejado la llegada del coronavirus al país.
Solo entre el 20 de marzo y el 31 de diciembre, la caída en el uso de dichas tarjetas fue del 34,6 por ciento anual, cifras que contrastan con el crecimiento del 15,3 por ciento observado en el 2019 respecto al 2018. Incluso, en el primer trimestre del año pasado la industria de las tarjetas traía una dinámica del 6,4 por ciento anual.
El año pasado, el gasto de los colombianos con sus tarjetas de crédito (personales y corporativas) sumó 64,8 billones de pesos, de los cuales 13,7 billones correspondieron a avances en efectivo, según cifras de la Superintendencia Financiera. Pese a que esta cifra se sitúa muy por debajo de los 86,9 billones de pesos del 2019, la misma equivale a más del doble del presupuesto que le fue aprobado a Bogotá para el 2021 (23,9 billones de pesos).
No obstante la contracción del consumo con tarjetas de crédito el año pasado, millones de colombianos tuvieron que acudir a estas para financiar su gasto durante la pandemia.Datos oficiales indican que las personas usaron sus plásticos para pagar compras por valor de 33,4 billones de pesos, entre el 20 de marzo y el 31 de diciembre del 2020.
Pero también las utilizaron para obtener dinero en efectivo, a través de avances en cajeros, por 8,3 billones, para un total de 41,7 billones en los primeros nueve meses transcurridos desde la llegada del covid-19 al país (marzo del 2020).Como se recuerda, la pandemia en sus primeros meses dejó a más de 5 millones de colombianos sin sus empleos, a un sector de la población con drásticos recortes en sus ingresos, una caída sin precedentes del consumo de los hogares, el cierre de cientos de empresas y una contracción histórica de la economía de 15,7 por ciento.Cuotas atrasadas
Pero los datos del menor consumo con tarjetas de crédito del año pasado no son los únicos que reflejan el mal momento por el que atraviesa esta industria en el país y, desde luego, los propios tarjetahabientes, quienes se han tenido que abstener o reducir el uso de sus plásticos en medio de la coyuntura.
Por ejemplo, entre marzo y octubre del año pasado salieron del mercado más de 1,7 millones de plásticos. Hasta octubre del 2020 estaban activas poco más de 14,6 millones de tarjetas de crédito.
Para ese mismo mes, cerca de dos millones de tarjetas mantenían un bloqueo temporal, por atraso en el pago de las cuotas mensuales o reporte de pérdida o robo, entre otros motivos.
Y si bien los tarjetahabientes han tenido la posibilidad de aliviar la carga de sus obligaciones, mediante el Programa de Acompañamiento a Deudores (PAD), las cuotas en mora vienen en aumento, según cifras de la Superfinanciera.
Hasta octubre del año pasado esas cuotas en mora sumaban más de 2,4 billones de pesos, con un incremento de 680.000 millones de pesos en solo ocho meses, es decir, un repunte de 39,3 por ciento en ese corto periodo.
Esta situación ha llevado, además, a que el índice de morosidad de la cartera de las tarjetas de crédito haya pasado del 5,6 por ciento en marzo a 8,37 por ciento en octubre.
Los banqueros han advertido que, no hay duda de que la morosidad de la cartera del sistema se incrementará aún más, una vez concluya el PAD, a mediados de este año.
Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research, dijo esta semana que esas medidas de alivio lo que han permitido es comprar un poco de tiempo para que las empresas y los hogares normalicen sus ingresos y las estructuras de sus costos, las adapten y puedan responder a sus obligaciones financieras, y eso ha venido moderando lo que será esa expectativa de morosidad.
“Si no hubiese existido ninguna medida de alivio, deberíamos tener una morosidad mucho más alta de la que hay ahora. Lo que hemos visto es que las personas y las empresas están empezando a cumplir con sus compromisos más rápido de lo esperado y eso es muy positivo para evitar que la morosidad se dispare”, dijo el experto.
Veo personas tratando de obrar de manera muy cauta, evitando endeudarse más, cuidando su capacidad de crédito y cumpliendo con sus obligaciones
Advirtió, no obstante, que no se puede desconocer que el choque económico de la pandemia para algunos hogares y empresas es de una magnitud lo suficientemente fuerte como para llevar a que los números de morosidad superen los niveles vistos en el año 2009, pero que estemos por debajo de los del siglo pasado, que fueron del 10 por ciento.
Aunque buena parte de los tarjetahabientes colombianos han sido responsables frente al manejo de sus plásticos en medio de la incertidumbre económica actual, las compras cayeron 30,6 por ciento y los avances en efectivo, 47,4 por ciento, entre marzo y diciembre pasado, expertos en finanzas personales y los propios banqueros llaman la atención, sobre todo porque el crédito continúa fluyendo con cierta normalidad, ante lo cual hay que tener cuidado de no sobreendeudarse.
A través de las tarjetas de crédito personales se han desembolsado préstamos por 42,8 billones de pesos, entre el 20 de marzo del 2020 y el 8 de enero del 2021. Tampoco se puede perder de vista que el cupo aprobado y sin utilizar de las tarjetas supera los 59 billones de pesos.
Juan Pablo Granada –experto en finanzas personales y presidente de Customer Index Value (CIV)– sostiene que la tendencia que se está observando es a un sobreendeudamiento, a utilizar los cupos, a alargar los plazos de las compras y avances, y eso es una bomba de tiempo, pues en la medida en que no se reactive la economía, se mantengan los niveles de desempleo y de pérdidas de ingresos, los problemas de morosidad en el sector financiero se evidenciarán, sobre todo por parte de los trabajadores independientes.
“Veo personas tratando de obrar de manera muy cauta, evitando endeudarse más, cuidando su capacidad de crédito y cumpliendo con sus obligaciones. Pero, también, personas que han tenido problemas económicos porque se les han caído sus ingresos individuales o familiares y que en este momento pueden estar utilizando los cupos de sus tarjetas o créditos rotativos para financiar su día a día.
En este último caso vemos dos problemas: el primero, el sobreendeudamiento en un momento de incertidumbre; y el segundo, que en un tiempo cercano esos individuos se queden sin capacidad de pago ni de crédito para atender una emergencia o una situación crítica”, señaló el experto.
Por su parte, en la Asobancaria precisan que el uso de las tarjetas de crédito siempre debe ir acompañado de mucha responsabilidad y conocimiento de cómo funciona el producto, pues, debido a las condiciones generadas por la pandemia, las personas pueden verse tentadas a usar sus plásticos de forma indiscriminada, tanto para resolver necesidades como para satisfacer gustos dada la facilidad de comprar por internet, entre otros canales.
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